Con gran alegría en el corazón y después de haber concluido la Novena de preparación para esta gran Solemnidad, las Religiosas de la “Familia de Corde Jesu” que conforman la comunidad de la “Addolorata” en Roma, Italia, dieron inicio a esta gran fiesta, con las mañanitas al Sagrado Corazón de Jesús, el Himno FCJ y otros cantos congregacionales, continuando con laudes, las cuales se proclamaron solemnemente. Al término de esta oración laudica, quedó expuesto en la Iglesia del Hospital, el Santísimo Sacramento, donde fue visitado durante la mañana, por religiosas, por el personal sanitario, pacientes y familiares. Estos grupos estuvieron acompañados por diferentes hermanas, quienes dirigían el momento.
A las 17:00 Hrs. tuvo lugar la Celebración Eucarística en la que participaron las diferentes Comunidades FCJ que forman esta Delegaciòn Zonal Italia – Vaticano. La S.Eucaristìa fué presidida por Monseñor Concetto Occhipinti, Rector del Pontificio Seminario Romano Maggiore, y en su Homilía explico a los presentes el gran amor del Corazón de Jesús, quien ha creado al hombre por amor y a la vez para que ame y de esta forma alcanzar la salvación, ya que quien no ama es porque no ha conocido el amor, como nos dice San Juan.
Y como testimonio de este amor, las religiosas de la “Familia de Corde Jesu”, que realizan su apostolado en esta Ciudad Eterna, renovaron sus votos en presencia de la asamblea presente, formado por miembros de la Alianza Expiatoria, personal del hospital, Religiosas de diferentes Congregaciones y amigos, quienes irradiaban alegría por sentirse amados de todo un Dios.
Al terminar la Eucaristía la R.M. Mónica González Ramos, Superiora y Delegada Zonal, agradeció al celebrante y a los presentes su participación en esta fiesta del Amor, invitándoles a participar en una pequeña convivencia en la que se ofreció un refrigerio en un área del Hospital. Todos contentos degustaron los aperitivos que se ofrecieron.
Y es así como este carisma de “Amor y Reparación”, don de Dios a la Iglesia, abre nuevos horizontes, más allá de nuestras fronteras, como soñó un día la Madre Ma. Magdalena de la Reparación Vargas Galeana.