PASTORAL DE LA SALUD
La Pastoral de la Salud en la Iglesia, es la presencia y acción, en nombre de Jesucristo, de un ministerio de atención y evangelización al enfermo, a su familia y a los profesionales de la salud, para difundir una cultura humano-cristiana frente al dolor, el sufrimiento, la discapacidad, la agonía, el duelo y la defensa de la vida.
El misterio de la vida y del sufrimiento humano
Dios crea al hombre y le da vida, a imagen y semejanza suya[1] . Por eso toda vida es sagrada. El hombre es creado para la felicidad, la alegría y la plenitud de vida. Pero por el pecado de Adán se introduce en el mundo el dolor y la muerte física y la imposibilidad de alcanzar esa plenitud: la vida eterna. Solos no podemos, pero es Cristo redentor quien se ofrece como sacrificio de expiación de nuestros pecados, y con su muerte y resurrección nos da la posibilidad de alcanzar una vida más allá del paraíso, y con él obtener la Vida Divina.[2]
Jesús no vino a suprimir el dolor humano. Lo asumió en su propia vida para darle sentido y redimirlo.[3] Desde nuestra fe en Jesucristo, las experiencias del sufrimiento, el dolor, las injusticias y la muerte tienen sentido si las concebimos como la cruz que cada uno tenemos que aceptar para asemejarnos a Él. Quien quiera seguirme, que tome su cruz y que me siga[4]. Así el sufrimiento tiene sentido, pues la fe lo ilumina, lo purifica, lo utiliza para lograr nuestra santificación y la eternidad.
“…Vuestra cruz es la que nos engendra verdaderas esposas…”
Sentí mucho deseo de sufrir y padecer por la gloria de Dios [5]
Nuestro Señor Jesucristo se apiada y se compadece ante el dolor y las carencias humanas: sana a leprosos, paralíticos, ciegos, a endemoniados, resucita a muertos, etc., para invitarlos a creer y llevarlos a la salvación. [6]
Y así nos enseña y nos invita a vivir la misericordia con los demás, especialmente con el que sufre. Venid benditos de mi Padre… porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, era forastero y me acogiste; estaba desnudo y me vestiste; enfermo, y me visitaste; en la cárcel y acudiste a mi (Mt 25, 31-37)
Jesucristo nos ha enseñado que no sólo recibimos la misericordia de Dios, sino que estamos llamados a darla, a través del servicio y ayuda al el prójimo:
El sufrimiento – dice San Juan Pablo II- está presente en el mundo para provocar amor, para hacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la “civilización del amor”[7]
Ideario de la Pastoral de la Salud