Señor:
Tú médico divino haz de mi un instrumento en tus manos, condúceme en el servicio de mi profesión, para no actuar como un asalariado, convencido de que gratuitamente he recibido, con generosidad sea disponible al servicio de la humanidad. Señor, dame acierto cuando debo curar no sólo el cuerpo, sino también el espíritu. Que mi comportamiento de médico católico, sea un testimonio para quien me rodea y para las futuras generaciones de médicos. Me abandono con confianza en tus manos, suplicándote que nunca olvide el juramento que hice, de trabajar con ética profesional, honestidad y respetando el cuerpo de mis hermanos, que es templo vivo del Espíritu Santo e invitándoles a ofrecer su dolor y sufrimiento en reparación. AMÉN.